El periodo histórico capitalista actual se caracteriza por una prevalencia donde se hace creciente la disonancia entre valores supuestamente democráticos que se proclaman a través de medios masivos y una desigualdad de acceso a bienes y servicios cada vez más eminente. Esta divergencia cataliza perturbaciones climáticas, lo que lleva a las masas a añorar épocas de felicidad que las empujan al apoyo de movimientos fascistas.
Pero esa escasez de bienes y servicios no es un fenómeno natural sino algo intrínseco al régimen capitalista, que con un sistema socialista racional y equitativo haría posible y accesible para todos. La mercantilización conduce a la dependencia muy perniciosa del crecimiento económico perpetuo.
La propuesta alternativa a este régimen se asienta en la expansión de servicios públicos universales y garantizar el empleo público.
En el capitalismo se ha asentado el pensamiento de que los gobiernos emisores de moneda enfrentan limitaciones importantes financieras pero esto forma parte del idealismo religioso liberal, que relega la creación del dinero a la banca comercial, la misma que se beneficia de rescates a fondo perdido cuando las cosas no salen como la fe dicta.
Así las cosas el papel del Estado como creador de dinero es central, por eso un Estado con soberanía monetaria puede, por ende, garantizar sus pasivos, transformando las restricciones financieras del liberalismo en gasto público.
No existe una limitación para la creación del dinero sino que ésta está directamente vinculada a la capacidad productiva de la economía.
Vladimiro Domínguez
Secretario General del Partido Comunista de Aztlania